“Mi hijo era de ETA” es el relato en primera persona de José Ramón Goñi Tirapu, gobernador civil de Guipúzcoa a finales de los 80, que descubre que su hijo pertenece a la banda terrorista ETA, organización que trato de asesinarle en varias ocasiones. Banda a la que también pertenecieron algunos de sus hermanos.
Un relato brutal, humano y conmovedor que saca las miserias más profundas del ser humano que antepone la defensa de unas ideas políticas a la relación familiar padre-hijo.
Testimonio impresionante a la vez que conmovedor. Es difícil ponerse en la piel de Goñi Tirapu y asumir como propias las vivencias que relata, porque muchas veces pensamos que estas situaciones no van a tener un protagonista como nosotros. Pero ya vemos que cualquiera puede encontrarse en esta situación: Familia estructurada, sin ideales nacionalistas y que, con el paso del tiempo y la influencia del entorno acaba totalmente rota, hecha añicos e imposible de recomponer. Donde aquellos que son sangre de tu sangre te llegan a desear la muerte por defender una causa que, cuando se ha llevado vidas por delante, es indefendible.
Uno que vive la situación del País Vasco desde la lejanía, no puede nada más que sentirse solidario con Goñi Tirapu y con todos aquellos vascos de bien, que seguramente son la inmensa mayoría. El diálogo siempre tiene que ser la solución.
El libro es una carta abierta a su hijo, miembro de la organización terrorista, desde lo más profundo de su corazón. Es un repaso histórico a la situación del País Vasco y su evolución familiar, donde un entorno radicalizado influye de forma profunda en miembros de su familia (varios de sus hermanos y su hijo pertenecen a ETA), hasta el punto de llegar a la violencia, donde una idea política es más importante que el amor fraternal.
Un relato que tiene unos claros protagonistas principales: la familia de José Ramón Goñi Tirapu, pero que tiene unos actores secundarios cuya lista sería muy extensa, y son todas aquellas familias que han sufrido en sus carnes estas mismas situaciones. Familias alejadas de la violencia terrorista que, sin embargo, tienen manzanas podridas irracionales, cuya defensa de sus ideales políticos sobrepasa cualquier límite de lo racional, donde la vida de las personas carece de valor.
El texto, plagado de misivas parciales a su hijo explicando situaciones y contando anécdotas, nace del visionado de fotografías familiares. Recuerdos que se agolpan en la mente y palabras que se vuelcan en el papel buscando encontrar una paz interior, un vía de comunicación con un hijo y el buscar una respuesta a la una pregunta ¿Por qué en ETA?
Un relato sencillo, pausado, directo, entendible. Alejado de discusiones políticas, muy cercano al sentido común… y tremendamente cargado de dolor
Reseña publicada previamente en "Anika entre Libros"