Dos historias narradas de forma paralela
que van irremediablemente van confluyendo en una única trama.
París, julio de 1942. Redada de Vel d’Hiv. Miles de
judíos son arrestados por los gendarmes franceses y encerrados en un velódromo
cerda de la Torre Eiffel. Tras unos días de sufrimiento inhumano, donde el
tratamiento que reciben no llega al mínimo exigible para una persona, son
trasladados a los campos de concentración de Auschwitz, donde finalmente son
asesinados. Para añadirle más dolor
previo, las familias son cruelmente separadas.
Ante la llegada de los nazis, Michel, un niño pequeño,
se esconde en un armario y Sarah, su hermana mayor, de diez años, le encierra
para protegerle y se guarda la llave, pensando que regresará en unas horas. Sin
embargo es brutalmente arrestada con su familia por la policía francesa.
París, mayo de 2002. En el 60ª aniversario de la Vel
d’Hiv, a Julia Jarmond (periodista norteamericana afincada en Paris) le
encargan escribir sobre este asunto tan sensible para una revista americana con
sede en París. En un principio algo aturdida por su propia ignorancia sobre el
tema y por el silencio que envuelve todos estos acontecimientos en Francia, a
través de su investigación consigue descubrir la terrible y traumática
experiencia de Sarah.
Necesariamente las dos historias confluyen en una sola,
siendo especialmente emotivo el momento de la narración de la misma, cuando con
una perspectiva de 60 años de diferencia los hechos van siendo narrados por dos
de los protagonistas de la historia.
El libro presenta 2 partes claramente diferenciadas:
- Una primera, donde la historia es deliciosamente contada con saltos narrativos temporales, alternando capítulos narrados en 1942 (donde reflejan el dolor de la situación vivida en los arrestos, la incomprensión de los mismos, la separación de la familia, la madurez que llega cuando no debía haber llegado…) y los que Julia nos cuenta sobre sus investigaciones en 2002 (el desconocimiento de la historia por parte del pueblo francés, la escasa repercusión social de un acontecimiento de tal calibre, la falta de asumir responsabilidades históricas por parte del pueblo francés que, en cierto modo, no se siente responsable de lo que ocurrió: la culpa fue los nazis).
- La segunda, tras la confluencia de las dos historias, cuando las pesquisas llevadas a cabo por Julia Jarmond tratan de restañar el dolor creado, de saldar deudas emocionales y ser fiel a la verdad de los hechos ocurridos.
La narrativa ambientada en 1942 tiene un gancho de
unión con el lector espectacular, al menos en mi caso, ya que han conseguido
que mi imaginación vuele al Paris de principios de los 40, el campo de
concentración, las calamidades vividas por los personajes, la desazón, la
necesidad de escapar, las escasas ayudas recibidas…
Muchos valores paralelos acompañan la narrativa: el
afán de conseguir un objetivo a pesar de las dificultades que se encuentran en
el camino (Sarah recuperar a su hermano, Julia reconstruir la historia de
Sarah), las relaciones familiares, las relaciones de pareja, el miedo a
envejecer… pero son cosas que os dejo para que descubráis en la novela.
En conclusión, estamos ante una lectura ágil y amena,
con una prosa sencilla, narrada en capítulos cortos que hacen que volquemos
nuestra atención de forma permanente. Además, los giros que va realizando la
autora cuando va agotando pasajes están perfectamente conseguidos.
Narrativa Histórica
Páginas: 400
Una buena lectura que cayó en nuestras manos hace un tiempo, La llave de Sarah
ResponderEliminarSolo le echo en falta un poquito mas de "punch" al final, pero en definitiva, me ha gustado.
ResponderEliminarlo estoy leyendo, apenas voy en cuando Sarah y su madre se separan y ya llore 2 veces.
ResponderEliminarPues si vas así, todavía te quedan algunas veces más... ;)
EliminarEs una historia muy bien narrada que te atrapa...