Richard Lod, aspirante a escritor, pasa a primera línea de actualidad con una original idea convertida en novela: La abdicación del príncipe de Macón para dar paso a la república... ¿los motivos? Muchos y variados. Y todo ello lo refleja en su novela "Érase una vez un príncipe republicano".
Pero Richard publica su historia seis meses antes de que muera el rey de Macón en idénticas circunstancias a las que él ha narrado previamente, similitud que le pone bajo los focos de la máxima actualidad.
¿Qué será lo siguiente? ¿La abdicación del príncipe una vez que suba al trono tal y como Richard narra en su novela? Tales circunstancias alteran sobremanera la existencia de Richard que, aunque en un principio todo son réditos positivos para su economía personal por su profecía, la idea liderada por la reina de un complot sobre la muerte del rey en el cual Richard es parte integrante -de forma directa o indirecta- complican su día a día.
Leyendo "Érase una vez un príncipe republicano" nos sumergimos en una historia dentro de otra, un dos en uno: Vamos conociendo la historia de Richard Lod, un aspirante a escritor, y a la vez que vamos viendo como Richard va desarrollando su novela, su idea inicial y la original idea de trasfondo: Un príncipe, una persona supuestamente monárquica, que desea abdicar para dar paso a la república. Una novela dentro de otra novela y que, en un guiño del autor (el real, JM Amilibia), se llaman igual. Un dos en uno en toda regla, que puede parecer un lío a simple vista pero cuando te vas sumergiendo en las páginas dicha idea desaparece desde un principio e incluso te sientes partícipe de la narrativa de Richard en su camino al éxito...
Porque Richard triunfa. Y mucho: Una serie de acontecimientos -que no debo desvelar, aunque me quede con las ganas de contaros más- le proporcionan una situación atípica para un aspirante a escritor, para un periodista de perfil bajo que cumple con su día a día sin más sobresaltos que el de despertarse cada mañana y seguir su rutina de guionista en el "Sálvame María"
La idea del autor puede parecer del todo poco creíble, pero no por ello desmerece un ápice la novela y no hay quitarle mérito a la original idea de Richard Lod o su alter ego, JM Amilibia... porque uno no sabe dónde está la frontera de la ficción y la realidad. Está claro que hay situaciones del todo imposibles (o al menos poco probables), pero la realidad de Macón es muy parecida a la de la España actual, y ya sabemos aquello de que "cuando las barbas de tu vecino...".
Está claro que no me cabe en la imaginación la abdicación de un príncipe porque su vida siempre ha transcurrido bajo unos parámetros en los que tiene asumida, en la totalidad, cada una de las responsabilidades que lleva el cargo, ya que han sido educados para ello... Pero ¿y si esa situación se diera algún día?. Sí, lo sé... es poco creíble, pero pensarlo por un momento y seguro que os acordaréis de esta novela.
A veces, contar la verdad como si fuera ficción borra la frontera del imaginario de nuestra mente y no sabemos discernir que es real y que parte corresponde a la inventiva del autor... y es que Amilibia consigue la ficción que tiene tintes de realidad:
- Un país ficticio -Macón- que sospechosamente se parece mucho a España
- Una monarquía con unos papeles reflejados en nuestra monarquía (¡si hasta tenemos en Macón una princesa plebeya!)
- Una situación política que viene de una dictadura y que cuenta con territorios exteriores con tintes de independencia en alguno de sus partidos políticos)
- Y un reflejo de la sociedad actual que, a lo largo de la descripción de diez imágenes Amilibia consigue, desde el paralelismo, describir esta última época que estamos viviendo (impagable el capítulo once)
En definitiva, una novela basada en un hecho irreal, pero con una narración salpicada de realidades, con mucho humor y de falta de amor. Una lectura recomendable, que comienza poco a poco pero que cuando entramos en materia no podemos dejar de leer. Una lectura que deja un poso de reflexión.
Reseña publicada previamente en "Anika entre Libros"
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